DESAFIOS DE LA CADENA DE LAS CARNES. PARA LOGRAR COMPETITIVIDAD Y SOSTENIBILIDAD.
Por : Bernardo Goncalves Borrega .
Periodista Acreditado desde el predio de la Sociedad Rural Argentina .
En la Expo Rural 2022, los investigadores Cristian Feldkamp, de CREA, y :Frank Mitloehner, del Departamento Animal Science U.C. Davis, analizaron el desafío de la sostenibilidad.
El especialista estadounidense profundizó sobre la experiencia aplicada en California para controlar la generación de gas metano.
La temática de la sostenibilidad en la cadena de las carnes es un punto de mucha relevancia en la 134ª Exposición Rural de Palermo.
Entre los que abordaron este ítem, el director Ejecutivo del Movimiento CREA, Cristian Feldkamp, graficó:
“Siento que el sector ganadero argentino está como pasando las distintas etapas del duelo, y al principio no lo acepta, lo niega, luego se enoja, después empieza a negociar, se deprime, y finalmente pasa a creer que se puede salir adelante, y este salir adelante es una aceptación de la situación.
En el mercado ganadero nos culparon del tema del cambio climático, forzando al público a consumir de otra manera porque si no íbamos a destruir el planeta, pero hoy estoy contento porque como sector hemos recorrido todas estas etapas”.
Prueba de esta aceptación es la constitución de comisiones en las distintas instituciones del sector para discutir este tema y definir qué se puede hacer. Teniendo en cuenta que el consumo de proteínas animales crecerá al doble en 2050, esto “nos impone tres desafíos grandes: la productividad, las cuestiones de salud, y la cuestión ambiental, cómo hacemos para satisfacer esa enorme demanda teniendo en cuenta la cuestión ambiental en un mundo que no tiene más recursos”.
En este punto, planteó que para CREA “la sostenibilidad es una meta dinámica, es algo a lo que aspiramos permanentemente, y es muy importante entender que es aspiracional y todos estamos en un proceso de mejora continuo para lograrlo”. Problema global. Feldkamp consideró que “la sostenibilidad es discutida en el nivel de la sociedad global; no es discutida en la escala de los agrónomos, los veterinarios, los productores, es una cuestión que discute la sociedad. Y en ese sentido, tenemos que recordar que la mayoría de la sociedad es urbana y se separó completamente de la producción”.
Las alternativas para enfrentar este desafío, según describió el técnico, pasan por “controlar la cantidad de animales improductivos, pero no sabemos cómo cambiarlo a nivel país. Lo que yo creo es que debemos generar un contexto, un ámbito de negocios que sea muy bueno y en el mediano y largo plazo haga que no sea negocio tener animales improductivos”.
Otro punto a tener en cuenta es la necesidad de mejorar el peso de faena, “porque todo lo que aumente la productividad en un 95% son medidas que reducen la huella de carbono. En Argentina estamos bien en el tema de la edad de faena, porque en general faenamos animales jóvenes”.
En lo que se refiere a nutrición, apuntó que “el 92% de lo que consumen nuestros animales son pasturas y pastizales, y lo que podríamos hacer es mejorar esa base, y sabemos que a mejor disponibilidad se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Secuestro de carbono
Secuestrar carbono, fue otro de los ejes planteados por Feldkamp y precisó que “más producción forrajera, con buenas prácticas, lleva a mejor carbono en suelo y después hay que ver que tan lábil es ese carbono, si lo podemos sostener mucho tiempo en el suelo. Más producción forrajera, más biomasa de raíces, mayor carbono en el suelo”.
Al mismo tiempo, argumentó: “Tenemos que reducir las emisiones de metano, que tiene mucho impacto como gas de efecto invernadero, y esa emisión se reduce con mejor nutrición; y por otro lado tenemos que trabajar fuertemente en meter todo el carbono que podamos en nuestra tierra, que es algo que no sabemos si estamos haciendo, porque no lo estamos midiendo”.
Especial énfasis puso el investigador en la necesidad de medir. “Es necesario salir con el barreno y medir la materia orgánica en el suelo, ver cuánta biomasa hay. No es tan difícil, pero requiere muchos recursos y tengo la esperanza que esto nos lleve a invertir en medir, porque hoy tenemos estimaciones de lo que puede pasar, pero hasta que no tengamos mediciones vamos a estar hablando de potencialidades pero no de realidades”.
Para cerrar, el investigador planteó que “el desafío del cambio climático es real, la ganadería como todas las actividades humanas, somos responsables en parte del cambio climático, nosotros como país y como región tenemos la oportunidad de ser una gran parte de la solución, y no todos los sectores pueden decir eso. Dentro de nuestro sector podemos secuestrar mucho carbono y es urgente. Si no cambiamos las tendencias en las emisiones, como sociedad, en el futuro, vamos a tener un problema irreversible”.
Visión internacional
La temática del cambio climático también fue analizada en la Expo Rural de Palermo, por Frank Mitloehner, del Departamento Animal Science U.C. Davis, quien comenzó por afirmar que “todo este debate comenzó con un informe de la Organización de Alimentos y Agricultura de la ONU-FAO que se publicó en 2006 titulado la ‘Larga sombra de la ganadería’”.
En este estudio se puntualizaba que “el ganado contribuía significativamente al cambio climático produciendo 18% de los gases de efecto invernadero globales y que el ganado produce más de estos gases que el sistema de transporte de todo el mundo”.
Tras investigar los fundamentos del informe de la ONU descubrió una serie de contradicciones entre ellas que “utilizaron una evaluación llamada ‘evaluación del ciclo de vida’, que mira todas las partes de la cadena de suministro de ganado del suelo a las plantas, a los animales cuánto sale del estiércol, qué sucede cuando se procesan estos alimentos de origen animal, cuando se cocinan en restaurantes o nuestras cocinas y cuando se consumen”.
Según explicó “eso se llama ‘evaluación de la cuna a la tumba’ o una ‘evaluación de ciclo de vida’.
La ONU hizo una evaluación de ciclo de vida para ganado, pero no hicieron lo mismo para el transporte.
Para el transporte no buscaron en lo que se necesita para construir coches, camiones, trenes, aviones, barcos, aeropuertos, estaciones de servicio, carreteras y así sucesivamente.
Sólo miraron por el caño de escape las emisiones de estos vehículos, no la producción de todos estos vehículos y todas estas rutas de transporte”.
A partir de esta información la ONU-FAO se retractó de su documento inicial y reconoció que utilizó metodologías diferentes para los dos casos.
Aclarado este punto la U.C. se puso a medir la producción real de gases de efecto invernadero por parte de la ganadería bovina, ovina, porcina, de aves de corral y la búsqueda de mitigar y hallar formas de reducir esas emisiones.
Mitloehner enumeró que los gases de efecto invernadero generados por la ganadería son dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, “de estos tres gases, por lejos el más importante para agricultura animal es el metano, que es realmente la clave en la cuantificación del impacto de la ganadería sobre el clima y la clave para ayudarnos a ser parte de una solución a la cuestión del clima”.
Producción de metano.
El científico explicó que el gas metano se produce “cuando nuestras vacas eructan o cuando el estiércol se descompone, el carbono en ese metano origina carbono atmosférico y la forma en que funciona es que hay carbono atmosférico en el aire, las plantas toman ese carbono como combustible para la fotosíntesis y producen celulosa o almidón. Las plantas toman el carbono que necesitan para producir carbohidratos a partir de carbono atmosférico, luego nuestro ganado come esas plantas y convierte parte de ese carbono de nuevo en metano y ese gas permanece en el aire durante aproximadamente diez años y luego se vuelve a convertir en carbono. Eso se llama el ciclo biológico del carbono”.
Sobre si la ganadería es parte de la solución del problema del cambio climático, el investigador estadounidense argumentó: “El ganado es fuente importante de metano, si gestionamos correctamente el metano y lo reducimos, podemos ser parte de una solución del clima, otras industrias no pueden hacer eso”.
Al mismo tiempo consideró que “si se captura el metano que proviene del estiércol animal y se evita que se vaya al aire, se evita que se desperdicie la energía. No queremos simplemente liberar metano a la atmósfera, porque si lo hacemos y cuando lo hacemos perdemos energía y eso es una pérdida de dinero y es un potente gas de efecto invernadero. En lugar de eso deberíamos minimizar el metano que es liberado por nuestro ganado, y también veríamos, en la medida de lo posible, cómo controlar el metano proveniente del almacenamiento de residuos”.
Experiencia California
A modo de ejemplo del trabajo que se puede hacer, el investigador señaló que “en California tenemos una ley de metano muy agresiva que exige una reducción de un 40% de metano para el año 2030”, en comparación con los valores de 2013.
Lo valioso es que para fomentar esta reducción no se implementaron reglas y multas para que los agricultores reduzcan las emisiones de gases, sino que apuntaron a incentivar financieramente las reducciones de metano, ayudando a los productores a controlar las emisiones.
De hecho, el estiércol que antes de volcaba en lagunas al aire libre, “ahora están tapando las lagunas y capturando el gas que viene del estiércol animal, y como resultado el biogás que se captura es tomado, y el 60% de ese biogás es metano. Todo ese gas se convierte en combustible para el transporte con gas natural renovable”.
Esta práctica es especialmente aplicada en el sector de la lechería que en pocos años redujo un 30% la generación de gas metano, y este biogás generado y utilizado en el transporte es pagado con bonos de carbono.
Conclusiones
En el cierre, Cristian Feldkamp y Andrés Costamagna, director de la SRA, coincidieron en afirmar que “la ganadería es parte de la solución, para poner fin al hambre en el mundo y también al calentamiento global”.
Además, aseguraron que “el cambio de dieta no es una solución efectiva al calentamiento global y al hambre en el mundo; si lo seria evitar las pérdidas de alimentos que son un 40 % del total de los alimentos producidos”.
Y por último, destacaron que “para poder demostrar a la sociedad en su conjunto la manera es medir, medir y seguir midiendo para luego reportar a la humanidad lo que se hace en el campo y verificar por certificadoras internacionales”.
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