A las cuatro de la madrugada la comunidad se despertó con un estampido.
Sin información oficial, la radio y el Whatsapp mantuvieron desvelada a la comunidad.
La noticia corrió rápido entre los grupos de Whatsapp, en la fría madrugada de la Comarca Petrolera. Algunos sintieron como un estampido, un golpe seco en la tierra y, otros, sólo escucharon las sirenas de los bomberos y ambulancias, que fueron la antesala de una inesperada tragedia que enlutó al pueblo de Plaza Huincul.
La explosión seguida de la muerte de tres operarios de la refinería New American Oil (NAO), la única que operaba en el parque petroquímico a unos cuatro kilómetros al este de la ciudad, generó pánico y conmocionó a una localidad que quedó desvelada.
“Hubo una gran explosión, fue como una bomba, fue muy fuerte el sonido y muy alarmante”, dijo a LMNeuquén, Ayelén Videla, vecina y comunicadora de la localidad, quien aseguró que todo el pueblo se levantó al conocer la noticia, por la información del Comité de Emergencia.
Al principio se hablaba de tres “desaparecidos”, no de muertes y la incertidumbre se apoderó de la población, sobre todo, de los familiares de los 38 trabajadores de la refinería. Algunos de ellos estaban por entrar al turno de las 8 de la mañana, cuando conocieron la tragedia, de boca en boca y por la radio.
La explosión no se sintió en todos sectores con la misma intensidad. Un criancero, asentado al sur de la refinería, fue unos de los testigos más lúcidos del momento cero del incendio, al igual que los vecinos que viven en el barrio Campamento Uno, a dos kilómetros de la refinería, donde se pudo ver la pluma de fuego desde lo alto de ese sector.
“Los Bomberos avisaron por protocolo a los periodistas para que la gente no se acerque, y despejar las vías de escape”, indicó la joven Ayelén, parada en la Ruta 22, quien además es comunicadora en la ciudad.
La pluma del incendio, alrededor de las 10 de la mañana, se pudo ver a más de 40 kilómetros de distancia por la Ruta 22. Pero al cabo de seis horas fue extinguida por el trabajo de decenas de dotaciones, camiones particulares y también del EPAS.
El ingreso a la refinería comenzó a llenarse de familiares de las tres víctimas y operarios que no podían creer lo que estaba pasando. “Iba a entrar al turno de las 8, no puedo hablar, realmente no puedo”, dijo una de las trabajadoras, encargadas de la seguridad en NAO, quien tomaba testimonios de los operarios que, además, son sus compañeros de trabajo.
Camiones quemados. Sebastian Fariña . Petersen .
En Plaza Huincul, como toda ciudad chica, casi todos se conocen y a medida que se dieron los nombres de los fallecidos Fernando Jara, de 34 años, Gonzalo Molina, de 31 años y Víctor Herrera de 58, el dolor se apoderó de los pobladores.
“No puedo hablar, el que estaba ahí es mi papá”, dijo un joven, hijo del mayor de las víctimas, que no pudo contener el dolor, mientras se abrazaba con sus compañeros.
Entre las noticias que no llegaban, y un incendio que ya estaba casi extinguido, el trabajo del equipo de psicólogos y asistentes sociales del Hospital de Plaza Huincul fue fundamental para contener a los bomberos, trabajadores y familiares de las víctimas.
Aldana Galdón es psicóloga y formó parte del equipo que ingresó a la refinería a contener a los operarios frente al desastre; y como vecina de Plaza Huincul la noticia la impactó desde temprano. “Nos fuimos enterando como cualquier ciudadano por las redes y la radio. Inmediatamente nos llegaron los comentarios y los audios y nos acercamos como equipo de salud mental para poder abordar y brindar los primeros auxilios psicosociales en este contexto de desastre”, indicó la profesional del sector de Salud Mental del hospital de Cutral Co y Huincul.
Compañeras trabajadoras sociales, acompañantes terapéuticos a hacer un diagnóstico situacional. Vamos a ingresar a donde ocurrió todo para contener a los trabajadores que vivenciaron todo esto. Más allá de lo físico y lo que tiene que ver con lo estructural, es importante contener desde este lugar a las personas”, añadió.
Mientras un equipo de Defensa Civil de la Provincia y el hospital llegaban con alimentos, frutas y agua mineral para los bomberos, el rol de contener a parte de la población que llegó hasta la refinería fue clave.
Natalia Méndez es Trabajadora Social e ingresó también al predio incendiado, pero también lo vivió como vecina.
“Justo vivo en el acceso de las ambulancias y escuché durante toda la noche las sirenas, me imaginé que algo había pasado. Desde el servicio empezamos a organizarnos para la asistencia. No fue una noche más, es raro escuchar la sirena de los bomberos durante tanto tiempo”, indicó.
Méndez dijo que, ante la falta de información oficial, durante las horas críticas del incendio, hicieron de intermediarios para evitar conflictos.
“Se acercaron muchos familiares y tuvimos que contenerlos”, concluyó.
Plaza Huincul no durmió, desvelada por una tragedia sin precedentes