Candela . . .
Es un nombre al rojo vivo, como el título . . .
Pero es también el color del dolor . . .
Y cuando el dolor y la indignación superan los colores . .
Los dolores generan extrañas sensaciones, y es sumamente peligroso, que los hombres buenos, cuando son desbordados por el dolor puedan perder la verdadera dimensión de los pensamientos, y deseos de venganza .
Cuando uno enfrenta situaciones límites, y escucha a personas que se dicen garantistas, que aplican resoluciones garantistas, que toman medidas garantistas, y que por fin, su garantía, termina protegiendo a los que ofenden a Dios, denigran la condición humana, y someten a los demás a todo tipo de crímenes y vejaciones, para que luego jueces y leyes garantistas le permitan repetir la hazaña, una y más veces . . .
Entonces, el hombre común, el que no falta a las normas, que respeta la ley, pero por sobre todas las cosas, no ofende a Dios ni agrede a sus semejantes, ese hombre, digo, se siente impotente, y de su impotencia surge una rebeldía incontenible, y termina por creer que la justicia hay que tomarla por mano propia, ya que la garantía no pasa por su lado.
A él, no le corresponde garantía alguna, a su ofensor si . . A él pueden herirlo de la forma que sea, pero él a su ofensor, no.
El paga el precio por su indefensión, pero el agresor no
no tiene precio por el ataque, es más, goza de garantías.
Y yo, ciudadano, ¿A quién recurro? ¿Quién es mi garante?
Candela, ¿qué garantía recibió? ¿Quién protegió su corta vida? ¿ A quién le importó que los adultos jugaran con su vida? ¿ Pero para los garantistas . . . hay un castigo para los victimarios? ¿Alguna vez los garantistas se dan cuenta, que cuando protegen a los victimarios, se convierten en lo mismo? ¿ Los garantistas no comprenden, que son parte del mismo crimen que protegen? ¿Acaso, no pueden comprender que si se disculpa un crimen, la víctima no tiene derecho ni justicia? ¿El yo ciudadano, no tiene derecho ni garantías? Si me matan, no pagan por que tienen garantías, pero si en mi defensa mato, me aplican todo el peso de la ley, porque el que me agrede tiene garantías, que yo no tengo. ¿Alguien me puede explicar? ¿ Por qué unos gozan de garantías, si son delincuentes? ¿ Y por qué los ciudadanos no? Francamente, si usted me lee de tanto en tanto, tiene claro cómo pienso, pero en este caso, ya no es solo mi pensamiento, ahora es el suyo, usted tiene que pensar, opinar, y tomar partido, ya no es solo yo, y ahora, es de todos, cada uno es responsable de lo que nos ocurre . . . Nosotros, todos podemos cambiar la historia. Todos, no yo . . . yo solo esbozo una idea, que es parte de mis entrañas, a mi me duele, pero si a usted no le duele, estamos perdidos. . . Solo con mi dolor, no alcanza.
Candela ya no está, su dolor y su morir es una parte, pequeña de la historia. La historia de todos los días, comienza con cada uno, por el respeto por la vida, por la vida de cada uno. Y las vidas son todas iguales, es la única garantía que existe, y si no es para todos, entonces no es garantía, es sólo una mentira, de quienes no son capaces de agredir, pero protegen al agresor, que es su máscara, que comete el echo aberrante, sabiendo que lo protegen, que le otorgan garantías, que la víctima no tiene.
Rodolfo Griffa.