Por el Dr. Alfredo Raúl Weinstabl para el Informador Público
Se podrían escribir varios libros sobre la dignidad. Por ello he seleccionado unos pocos párrafos extraídos de páginas de internet.
“Dignidad” es una palabra que significa valor intrínseco, no dependiente de factores externos. Algo es digno cuando es valioso de por sí, y no sólo ni principalmente por su utilidad para esto o para lo otro.
“El ser humano posee dignidad por sí mismo, no viene dada por factores o individuos externos…”
Se es digno cuando las personas pueden modelar y mejorar sus acciones mediante la toma de decisiones y el ejercicio de su libertad, que saben y pueden gobernarse a sí mismo, según un principio racional, ser “señor de sus acciones” y en consecuencia regular su comportamiento según normas propias, según el significado etimológico de la voz griega “auto-nomía”, ya no es un mero súbdito, que está bajo el dictado de otro.
La dignidad es reconocida por los seres humanos sobre sí mismos, como un producto de la racionalidad, la autonomía de la voluntad y el libre albedrío.
Parcialmente definido el primer tema del título de esta nota paso al segundo: el gobernador.
Daniel Scioli, el gobernador de la principal provincia del país, debe ser uno de las pocas personas con un aceptable espíritu democrático del Frente para la Victoria. (FPV).
Tanto es así que una primera intensión se pensó en él como el candidato presidencial del oficialismo en el supuesto que no se presentase Cristina.
Su forma de ser se distingue netamente del resto de los dirigentes de ese partido político. Casi se podría decir que su personalidad es 180º diferente a la de la inmensa mayoría de los “popes” del oficialismo.
Educado, moderado, de buen trato, respetuoso, inclinado a la conversación y al diálogo político, sin estridencias, coherente en sus afirmaciones, alejado del estilo autoritario y la prepotencia, se lo considera un hombre de consensos y acuerdos.
No obstante tiene antecedentes personales de su vida privada oscuros y poco recomendables.
Pero sin lugar a dudas, es la representación de la contrafigura de la esencia del kirchnerismo.
En vez de la confrontación, el agravio y la descalificación opta por el diálogo y se esfuerza por mejorar la convivencia democrática y tender puentes con otros sectores.
De hecho es el dirigente más potable del kirchnerismo.
Pero la pregunta que se impone es ¿se puede ser un líder, un verdadero líder, si no se tiene dignidad y autoestima?
Como se recordará al muy poco tiempo de comenzado el período presidencial de Néstor Kirchner, por unas declaraciones de Scioli que no fueron del agrado del presidente, echo a todos los integrantes del equipo de este que estaban en la Secretaría de Turismo y no recibió al vicepresidente por aproximadamente cerca de un mes como tampoco atendió sus llamadas telefónicas.
Este episodio fue tan evidente y tuvo inmediato estado público constituyendo una verdadera ofensa y humillación pública para Scioli y la pelea entre el presidente y su vice se convirtió en un verdadero escándalo nacional.
No obstante el vicepresidente aguantó mansamente, este castigo similar al de un colegial que no se comporta adecuadamente, aceptando estoicamente el menoscabo.
A partir de ese momento Scioli fue humillado públicamente reiteradas veces, tanto en el gobierno del ex presidente como en el de su esposa. Nunca reaccionó a las graves humillaciones no solo a su persona, sino también a la institución que representaba; primero como vicepresidente del país, y luego como gobernador de la más importante provincia de nuestra Nación.
Mansa y pasivamente recibía y aguantaba las graves ofensas y continuaba sumisamente siendo usado funcionalmente por los Kirchner.
Tanto es así que prontamente se lo empezó a llamar “felpudo del presidente”. El titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, fue uno de los primeros en usar ese mote. “Scioli es el felpudo de Néstor Kirchner”, y entre otras cosas manifestó que “…hasta acá actuó como felpudo de Néstor Kirchner, como la alfombra que les tapizó el territorio para que Néstor Kirchner se mueva por todo el conurbano. Absolutamente era un títere del hasta ese momento presidente del PJ”.
Sus condiciones personales se opacaron rápidamente por su increíble sumisión y servilismo al kirchnerismo.
Pero la frutilla del postre de esta insólita obsecuencia y alineación con aquellos que lo maltrataban y humillaban permanentemente ocurrió en el día de ayer, en el cual la presidente en una muestra de absoluto autoritarismo y falta de un mínimo sentido federal, digitó “a dedo” al candidato a vicegobernador.
El compañero de fórmula impuesto a Scioli en las lista es Juan Gabriel Mariotto, una persona que está en las antípodas de él y un fiel soldado de Cristina. Seguramente una especie de “comisario político”. Además la presidente eliminó a la mayoría de los candidatos de Scioli de las listas de candidatos a legisladores.
Este hecho produjo un profundo malestar en el PJ bonaerense y una nueva bofetada al gobernador.
No se sabe aún la reacción de Scioli a esta nueva humillación pública, flagrante y más que más que notoria. De concretarse, la imagen pública y el futuro político de Scioli seguramente desaparecerán definitivamente del mapa político del país.
De todas las maneras la lista configurada por la presidente beneficia con seguridad a los candidatos de la oposición. Ningún ciudadano argentino que se precie, puede votar en los comicios a ese binomio en la cual el que encabeza la fórmula, permite un menoscabo tan grande a su persona, a su propia dignidad y autoestima sin la más mínima reacción.